La instalación fotovoltaica está en auge en España. Junto con otras renovables, está motivando un rápido proceso de descarbonización que no tiene parangón en Europa. De hecho, durante el pasado año experimentamos un crecimiento de, aproximadamente, el 93 % en nuestra capacidad para generar energía a partir del sol. Por otro lado, en este mismo ejercicio la potencia instalada en el territorio peninsular de origen renovable se incrementó en un 13,6 %, lo que ha supuesto la entrada en la red de 6.528 MW verdes. Considera que las energías renovables, con un 52 % del total, ya ocupan un lugar más destacado en el cómputo global de potencia suministrada a nivel peninsular que el resto de fuentes.
A continuación reflexionamos contigo sobre esta realidad y su influencia en la descarbonización.
Intentaremos explicarte cómo contribuirá a cambiar el modelo de producción y abastecimiento
energético de nuestro país. Y también repasaremos esta cuestión a nivel europeo.
Energía fotovoltaica y carbón en España: ¿cómo avanza la descarbonización?
2019 ha sido un año para recordar desde el punto de vista de la producción de energía a partir de sol. Se estima que, del contingente total generado en la Península a partir de energías renovables, un 16 % provino de instalaciones fotovoltaicas. Mientras tanto, un 46 % se generó en plantas eólicas y el resto, un 38 %, se distribuye entre el resto de tecnologías de naturaleza renovables. Todo ello según los datos suministrados en el Avance del Informe del Sistema Eléctrico Español 2019 de Red Eléctrica de España.
La energía solar fotovoltaica, 8.623 MW de potencia instalada durante 2019, se ha convertido en la
modalidad de generación renovable cuya presencia más ha aumentado en relación al ejercicio
anterior. Las comunidades donde la capacidad de generación más se ha incrementado han sido las
siguientes, en orden descendente. Ten en cuenta que todas ellas han tenido una producción superior a los 400 MW verdes en 2019:
– Aragón.
– Andalucía.
– Castilla – La Mancha.
– Castilla y León.
– Extremadura.
– Murcia.
– Galicia.
El mix verde descarbonizado
La infraestructura fotovoltaica de nuestro país, en combinación con el resto de métodos de
producción de energías renovables, está favoreciendo una reducción considerable de la participación del carbón en el total generado. De hecho, el año pasado esta última se situó en un 4,3 %, una cifra muy positiva en comparación con el 14,1 % registrado en 2018. Además, cerramos el año con la ausencia total de consumo de carbón durante algunos de los últimos días de 2019. Concretamente, el 14, el 21, el 22, el 23, el 24 y el 25 de diciembre, la aportación del carbón fue nula en el cómputo peninsular. Se trata de un hito histórico que da buena cuenta del estupendo camino en el que nos hemos situado los españoles.
Cómo no, este esfuerzo en la producción renovable en detrimento de la proveniente del carbón ha tenido sus consecuencias positivas en un ámbito de extrema importancia: las emisiones de CO2.
Durante 2019, estas se redujeron en un 25,5 % con respecto a 2018; en ese último año emitimos
desde España hasta 40 millones de toneladas de este gas.
En otro orden, la optimización energética motivada por los sistemas de telemedida y otros
instrumentos tecnológicos también ha tenido su contraparte en las cifras, tanto a nivel particular
como industrial, de toda la peninsula. Así, el pasado año requerimos un 1,7 % menos de energía que durante 2018. Y, en esto, todos hemos tenido que ver: Las actuaciones que pones en práctica en tu casa y tus preferencias a la hora de elegir la energía que consumes han sido determinantes para lograr este impulso, que desgraciadamente no acompaña en Europa.
La situación en el resto de Europa
La falta de apoyo financiero y recursos de investigación para implementar plantas fotovoltaicas más eficientes es un hecho en el seno de la UE. Debido a ello, la alianza Solar Europe Now, un compendio compuesto por más de 90 agentes de la industria solar comunitaria, ha sido creada para presionar a las autoridades europeas sobre la importancia de abrazar la energía solar y coartar la producción energética a partir del carbón. El acuerdo verde del continente parece dejar de lado esta fuente imprescindible, al menos en el cómputo español.
Esta falta de perspectiva en Europa en relación a la descarbonización obedece al inmovilismo de las industrias estratégicas del continente. Una situación perpetuada, según algunos expertos, por los propios órganos del gobierno comunitario.
Sin embargo, en nuestro territorio nacional la energía solar cumple un rol básico en el desarrollo de
un entorno de producción energética seguro para todos, y lo más importante, sostenible en el tiempo. Un tiempo que se nos acaba, como bien sabes; incluso la UE ha reconocido que no existe un escenario energético verde para 2050 realmente viable sin la inclusión de la producción fotovoltaica.
La comunicación de la Comisión Europea sobre el Acuerdo Verde, que, para que lo entiendas bien, es la hoja de ruta de la UE para promover e implementar la transición energética a medio plazo, asume el papel estratégico del compendio de energías renovables en la descarbonización. Sin embargo, no señala la energía solar como una fuente de ese mix. De hecho, no la menciona en absoluto. Sí que se ocupa, por ejemplo, de listar la energía eólica marina como una de las energías impulsoras del proceso según las autoridades competentes.
Pero la industria solar en el territorio comunitario tiene un potencial espectacular, a pesar de cubrir
tan solo el 3 % de las necesidades de los europeos actualmente. Se estima que para 2030 podría
producir el 15 % de la energía que consumimos en Europa. Varios centros de investigaciones a lo
largo de todo el continente se afanan en mejorar la tecnología en cada una de las etapas de la cadena fotovoltaica.
Estos nuevos avances en materia de instalación fotovoltaica se consideran un soporte enormemente prometedor de cara a la adopción masiva de las energías limpias para uso industrial. Actualmente, este subsector energético produce más 5.000 millones de euros; no obstante, el potencial crecimiento es en realidad mucho mayor. Y, en el futuro, podría generar multitud de puestos de trabajo considerados sostenibles.